Sí, sí, sí... De nuevo estancado...
Aunque parezca mentira, de nuevo me encuentro sumergido entre recortes, cuadernos y lápices para dar forma a ideas que rondan mi cabeza, en lugar de estar sentado frente a las teclas, escribiendo y dedicando mi tiempo a crear la historia.
No tengo excusa alguna esta vez. Tengo a los personajes que han de estar en la escena, conozco las acciones que se llevarán a cabo, casi puedo afirmar que he visto, como si fuese una película, todo el capítulo, las acciones sucediendose en esa parte de la mente humana que nos permite tener visiones sin usar los ojos.
¿Por qué, entonces, no lo estoy escribiendo? No lo sé. Solo sé que cada vez que quiero ponerme a escribir me surgen ciento cincuenta mil ideas nuevas que necesito plasmar en alguna parte, antes de que se esfumen como el vaho en un cristal. Y eso me roba el tiempo de darle a las teclas. Pero, ¿cómo dejar de lado esas ideas, si quizás sean de vital importancia en el futuro?
Sea como sea, llega el momento de ponernos serios y dedicarle el tiempo que se merece, porque cada día que pasa es un día más tarde en ver esta obra en otras manos que no sean las mías, las del que la escribe.