Vivimos en una sociedad que lleva la tolerancia por bandera, una sociedad en la que priman los derechos y las libertades humanas, una sociedad en la que la democracia es un derecho y en la que el pueblo toma parte, una sociedad en la que las voces de la gente resuenan...
Y es entonces cuando despertamos del sueño en que nos hemos sumido. Y la tolerancia se torna en una hipocresía políticamente correcta, los derechos trascienden las libertades humanas, la democracia es la sedante demagogia que deja creer al pueblo que tiene voz y voto, y la voz de la gente...
Solía creer que aquellos que gritan son acallados por los susurros de quienes realmente tienen algo que aportar, pero, sin embargo, el estrépito formado por aquellos que no saben qué contar es más aceptado que el silencio de quien no habla por no decir.
Mas sin embargo, nuestra voz, expresada en un leve murmullo, guarda la esencia de quienes buscamos algo mejor. Nuestra voz, que aún siendo un suave runrún, tiene mayor fuerza, mayor estabilidad, mayor solidez que su algarabía. Y es por ello que debemos alzarnos, luchar por ese mundo que buscamos, pelear por la consecución de un progreso hacia el futuro...
Mas nuestra voz seguirá siendo un susurro, porque el murmullo de la multitud, acallará el rabioso grito de quienes, sin nada que decir, siguen con su trivial e insignificante verborrea.
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