Más de dos son multitud

La mayor dificultad con la que me encuentro cada día son los protagonistas. Sí, en plural. Porque los personajes principales de esta novela son cuatro: dos hermanas y dos hermanos.

Algunos podrán decir que, de los cuatro, una de ellas es protagonista indiscutible mientras que el resto va detrás. Y tendrían parte de razón. Cierto es que, el papel de unos tendrá una mayor longevidad (digamos, número real de páginas en la historia) que el de otros; pero los cuatro serán igualmente relevantes, hasta el punto de que marcarán la diferencia en ciertas partes de los acontecimientos.

Pero, como decía, llevar adelante cuatro personajes complica mucho la narración. Es necesario darle a cada uno su hueco, contar su historia personal y no dejar que alguien pueda olvidarse de ellos. Mi –escasa– experiencia me demuestra que no es fácil conseguirlo.

A veces puedo notar como uno de los personajes me llama y me grita “¡Eh! ¡Que no me has sacado desde hace un capítulo y medio!”. Y me las tengo que averiguar para darle el puesto que merece como coprotagonista, sin que ello altere demasiado la esencia de la parte concreta que esté escribiendo.

Precisamente, me encuentro estancado en un comienzo de capítulo. La visión retrospectiva que requiere y el uso de los cuatro caracteres me hacen repetirme constantemente:

“Os quiero mucho, pero más de dos sois multitud”