La Luna Teletransportadora

05 julio 2013

Tiempo de reescribir la historia


¿Qué hacer cuando lees un manuscrito propio y consideras que es basura?
Tirarlo.
Siempre me han tachado de perfeccionista, de quisquilloso, intransigente conmigo mismo e, incluso, autodestructivo en cuanto a mis habilidades se refiere (y quizás en algún que otro aspecto más, ¿por qué no?). Y cabe afirmar que lo considero conditio sine qua non para realizar un buen trabajo.
Pero en esta ocasión no se trata de perfeccionismo, sino de que llevo trabajando demasiado tiempo en algo que, por mucho que retoque, mantiene las raíces de su comienzo adolescente. Lo cual no tendría por qué ser negativo, pero el niño del que surgió la idea poco o nada tiene que ver ya con el joven (postadolescente que me gusta calificarme) que ahora soy.
No puedo más que afirmar lo que es una evidencia: es basura.
¿Qué hacer, pues, con todo ese trabajo?
Tirarlo.
Lástima que ya hayan pasado las hogueras de San Juan, noche mágica donde las haya y momento perfecto para hacer arder como se merece tantísima información.
He retocado las palabras tantas veces que casi podría decirse que nada permanece de aquellos comienzos. Aún recuerdo aquel cuaderno verde y el bolígrafo celeste de kukuxumusu cuya única finalidad era darle vida a Loomond. Sin embargo, aún queda manifiesta la inexperiencia y el desconocimiento, los cuales no puedo afirmar que haya dejado atrás, pero a los que si he sacado algo de ventaja.
De ahí que, pese a la nostalgia y, ciertamente, el dolor que me provoca, haya llegado la hora de deshacerse de todo y empezar de cero.
En cambio, tirar no significa olvidar. Estoy decidido a desechar lo que tengo, mas no sin antes haber decidido lo que sí merece la pena y haberlo guardado en un "arca de la salvación". Esa es, precisamente, la tarea: organizar papeles, evaluar los contenidos y desechar lo que el tiempo ha dejado raído y obsoleto de verdad.
Y una vez concluida la tarea, me dispondré a contar mi propia historia de nuevo, partiendo de lo que una vez supe, pero con la experiencia de lo que –poco o mucho– sé ahora. 
Es tiempo de reescribir mi historia.

03 julio 2013

Rearme y aprovisionamiento



Sí, supongo que no tengo perdón. Me prometí a mi mismo dedicarle más tiempo a este pequeño espacio y, sin embargo, lo he tenido abandonado largo tiempo. Me gustaría alegar en mi defensa, empero, que ha sido un gran año, duro en cierta medida, por cuanto he tenido que darle bastante caña a los estudios, pero divertido en medida igual o mayor. Lleno de gente especial y diferente que me ayuda a levantarme cada día con una nueva sonrisa y las expectativas bien altas.
Y, como bien sabrán los que han leído alguna vez este blog, no acostumbro a escribir nada que no tenga que ver con mi pequeño y destartalado mundo, por lo que este inciso poco tendría que hacer aquí si no fuese porque he de agradecer a todas esas personas que, aunque anónimas para vosotros, se han convertido en mi día a día y en una poderosísima fuente de información y nuevas ideas.
Como otras tantas veces me he propuesto dejar todo lo que me traía entre manos, tirarlo todo a la basura y empezar de cero, en un nuevo cuaderno de hojas en blanco. Pero la inversión ha sido, cuanto menos, grandiosa, y no estoy dispuesto a dejar que se escape por el sumidero. Por el contrario, me planteo un verano intenso, lleno de horarios, cuadrículas y estadísticas de trabajo (¿Será verdad que lo cumplo esta vez?). Y aunque sé positivamente que amarrarse no es la mejor solución para aprender a volar, sí que tengo la firme convicción de que antes de correr se ha de aprender a caminar, y que el movimiento se demuestra andando. Y mantengo la esperanza de que toda esta retahíla de dichos populares haga mella en mi.
Soy consciente de que cada vez que intento retomar lo que llevo entre manos es como reorganizar una casa que se ha derrumbado: todo está destrozado y mezclado en un caos sin sentido, y uno no puede más que llevarse las manos a la cabeza e intentar arrancarse la cabellera a tirones. Pero he aprendido que la organización (la cual carezco por completo) es esencial en la eficiencia, por lo que la primera tarea que me propongo es organizar toda la información que barajo, para enfrentarme a los calurosos meses de verano armado con una pluma cargada de tinta y un trozo de papel.